¡Hola a todos! Me presento: mi nombre es Julia Giuntoli y soy psicóloga egresada de la Universidad Nacional de Rosario. Desde mi paso por la facultad, siempre sentí una gran convocatoria por el psicoanálisis, su estudio, ejercicio y transmisión.
Durante todos estos años de egresada he desarrollado mi práctica profesional en la clínica, atendiendo las diversas problemáticas con las cuales acuden mis pacientes.
También he habitado diferentes instituciones en donde el trabajo interdisciplinario con colegas y otros profesionales de la salud me ha nutrido de sus saberes y nuestros diálogos continuos.
Actualmente me encuentro trabajando como coordinadora del posgrado de Pareja y familia de la Institución Fernando Ulloa. A su vez, realizo atención clínica virtual a adolescentes, adultos y parejas.
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A diferencia de otras corrientes teóricas, el psicoanálisis implica una búsqueda conjunta entre el psicoanalista y el paciente de lo que tiene que ver con su propio deseo.
No se trata de acudir a otro que nos diga qué es lo que queremos y qué es lo que debemos hacer (ya que eso tendría más que ver con el otro que conmigo). Si no, se trata de volver consciente aquello inconsciente que aún no sabemos, que aún no nos hemos puesto en conexión o quizás, simplemente, ha quedado debajo de las voces y mandatos de los otros. En cuanto logramos hacer consciente nuestro propio deseo, es que lograremos una mayor autonomía en nuestra vida. Nos sentiremos más livianos, es decir, caminando por nuestro propio camino y no por el de los otros.
Dicho de otra forma, la vida y las decisiones que tomo en torno a ella, comienzan a ser mi responsabilidad y no un “destino” al cual estaba predestinado, pudiendo así elegir no seguir repitiendo.
Claro que también es necesario aclarar que la vida no es sin angustia. Es decir, una cuota de angustia siempre es necesaria. La angustia se nos representa siempre como una falta, un agujero. Esa falta la podemos pensar como un motor, como aquello que nos hace traccionar, avanzar, movernos y salir del estado anterior. Piensen que peligroso sería si yo me sintiera plena, llena, sin nada que falta. Seguramente no estaría escribiendo esto, ni trabajando, ni haciendo cosas para sostener y mejorar mi calidad de vida.
Cierta cuota de angustia es buena, nos señala por dónde debemos dirigirnos, qué hay que atender, y, sobre todo, movernos y trabajar en función de ese cambio.
Claro que cuando la angustia nos sobrepasa, allí estamos en otro escenario, en donde la urgencia del tratamiento es inminente.
Déjenme decirles que trabajar en un tratamiento psicoanalítico no es cosa fácil. Implica mucho esfuerzo. Quizás sería “más sencillo” continuar como estábamos, sin ocuparnos de aquello que nos resuena, que no nos encaja, haciendo como si nada pasara. Pero claro que eso tiene un precio y por algún sitio logrará filtrarse.
Hacer un tratamiento psicoanalítico, vuelvo a decir, es un gran esfuerzo. Podemos decir que quién más debe trabajar es el paciente, ya que él es quien traerá la materia prima, la palabra, aquello con lo que trabajaremos. Es por esto, que es fundamental la comodidad que pueda sentir el paciente con el espacio analítico. Si un paciente no está cómodo, si no siente que ese trabajo vale la pena, no funcionará.
Hacer un tratamiento psicoanalítico, ocuparnos de aquel malestar que no nos permite vivir tranquilos, desarrollarnos laboralmente y en nuestros vínculos con tranquilidad, es un gran trabajo, pero vale el esfuerzo.
Si sentís que querés hacer este trabajo en tu vida, si estás dispuesto/a a ese esfuerzo, contáctame. ¡Podemos trabajar juntos!
Telefono: (+54) 9 3400 41-7863
Email: giuntolijulia@gmail.com